viernes, 21 de febrero de 2014

El ejército perdido de Almanzor

     Muchas han sido las fuentes cristianas que hablaron de la estrepitosa derrota del llamado "azote de Dios", el maquieavélico Almanzor. Sin duda, uno de los personajes más importantes de Al-Andalus, insigne general tan admirado como odiado. 
   Muy pocas son las batallas perdidas por este hombre, muchos son sus hitos (como hacer cargar las campanas de Santiago de Compostela por los presos cristianos hasta la ciudad de Córdoba) y miles los cadáveres que dejó tras de sí en sus nunca aplacadas ansias de poder, no dudando en matar a soldados, generales, alcaides o incluso futuros califas si estorbaban en sus aspiraciones. 

   Sin embargo y tras una de sus razzias a San Millán de la Cogolla, a su regreso a favor de los barrancos sorianos que le permitían ir desde la meseta castellana hasta los montes riojanos, un ejército compuesto por las tropas navarras, castellanas y aragonesas le aguardaba, causando enormes bajas e hiriendo de muerte a Almanzor.  
   Esto es lo que nos cuentan las crónicas castellanas, puestas en duda por casi todos los historiadores españoles. Aquellos que daban el relato por válido, optaban por considerar una pequeña escaramuza entre unos pocos castellanos y una de las alas del ejército árabe que acostumbraba a adoptar la forma de V.
    Hubo que esperar hasta 1975 cuando al caer un muro de una casa de Fez, en Marruecos, aparecieron escritos árabes contemporáneos a la invasión musulmana que no sólo respaldaban las crónicas castellanas, sino que aumentaban las bajas árabes. La conmoción fue terrible. El pueblecito soriano de Calatañazor recobraba el reconocimiento que le correspondia cuando aquel día los cristianos dejaron sus luchas intestinas a un lado uniendo sus fuerzas y logrando frenar a tan odiado y temido guerrero.
   
 Las consecuencias de la muerte de este insigne noble fueron catastróficas para el imperio del Al-Andalus ya que comenzaron las luchas internas que terminarían en el desmembramiento en reinos de taifas, el principio del fin del imperio árabe occidental.


  Y sin embargo aún no se han hallado los restos de los fallecidos por miles, en los ejércitos de ambos bandos.


     En mis escapadas sorianas, durante los bellos atardeceres me gusta dejar mi mirada perdida en el horizonte e imaginar la aterradora y fascinante visión que debió suponer en el s.XI ver pasar la magnífica caravana que constituía el ejército de Almanzor, con sus miles de soldados de élite portando sus resplandecientes armaduras (como exigía el general), los 3.000 camellos portando enseres, tiendas de campaña de bellos y coloridos tejidos, los cientos de esclavos que servirían al ejército y la guardia pretoriana nubia del general marchando alrededor de él y formada por gigantescos guerreros de piel de ébano y dispuestos a morir matando por su general.


    A continuación se muestra, a modo de esquema, las mil razzias realizadas por Almanzor y en las que salió siempre victorioso, valiéndole su apodo de "el victorioso" (al-mansur).

2 comentarios:

  1. Me ha alegrado que me facilitara esa información sobre la "batalla de Calatañazor", ya que yo creía que esa batalla nunca existió. Estaba convencido que la última batalla de Almanzor fue en "Peña Cervera"(tierra de Logroño) y que en esa batalla el general ya iba muy disminuido físicamente por haberse caído del caballo en Medinaceli, antes de iniciar esa escapada. Creía que a la vuelta de esa batalla, en la que Almanzor venía en parihuelas, la avanzadilla de su ejército contactó en una leve refriega con castellanos del castillo de Calatañazor. Por los datos que facilitas veo que estaba en un error. Ahora entiendo lo de "En Calatañazor Almanzor perdió el atambor". Buen trabajo.
    José

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  2. Gracias. Exactamente, hasta que se hallaron los escritos de Fez confirmando las crónicas cristianas sobre la batalla, los historiadores sostenían que todo se había limitado a un grupo de cristianos arrojando piedras desde el castillo de los Padilla, de Calatañazor, a una de las alas de la formación musulmana mientras se alejaban hacia Medinaceli, la frontera con Al-Ándalus en el año 1002.

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