martes, 25 de febrero de 2014

San Baudelio, la Capilla Sixtina del Mozárabe

   En la actual provincia de Soria, entre la ciudad del cielo (que es lo que significa su nombre), Medinaceli,  y la localidad que cuenta con el castillo medieval cristiano más extenso de Europa, Berlanga de Duero, se encuentra un pequeño edificio del s. XI d.C. rodeado de desolación. 
   Pero esto no siempre fue así, ya que en su época se encontraba inmerso en un denso bosque de carrascas, encinas, hayas y demás árboles a cuyos pies se daban densas matas de zarzamora, endrinos y otros arbustos espinosos. 

    Aquí vivían alejados de las continuas guerras entre “moros y cristianos” algunos mozárabes, cristianos que vivían en territorios árabes. Dicen los entendidos que fue un centro sufí y que en el hueco de la columna central en forma de palmera solían pasar ciertas temporadas los ascetas. Lo mismo se piensa de una pequeña gruta a la que se accede desde la esquina izquierda de la sala principal. Fuera, junto al ábside, se ubicaba una necrópolis de la que aún pueden verse algunas tumbas excavadas en el lecho rocoso.   
    Curiosamente, las tumbas más antiguas datan del siglo X d.C., lo que me hace considerar la existencia de una ermita previa, posiblemente elaborada en madera. Al otro lado, junto a la gruta, hay un manantial.
  Sin embargo este enclave siempre fue tan ignorado por los conciudadanos peninsulares que era usado como majada para las ovejas, cuando un norteamericano curioso (Gabriel Dereppe, marchante de arte) entró a ojear el edificio. Se quedó tan cautivado por los frescos que decoraban todo el interior que no dudó en comprar, en 1922, veintitrés de las pinturas por unas 65.000 pesetas a los habitantes del vecino pueblo. 
    Pese a haber sido declarado Monumento Nacional, el 24 de agosto de 1917, casi todas las pinturas fueron arrancadas y llevadas a Norteamérica, lo que causó numerosas protestas de muchos españoles ante semejante expolio. Sin embargo tres años más tarde, el 12 de febrero de 1925, un edicto del Tribunal Supremo español dio por válida la venta y las pinturas quedaron en Norteamérica, mientras que San Baudelio llegó incluso a ser encalada en algunas zonas para recuperar la austeridad que se suponía debía haber en los recintos religiosos católicos.
   Con el paso del tiempo, la ermita fue revalorizándose y parte de las pinturas se fueron sacando a la luz. 
   Al tratarse de frescos, aunque la capa externa había sido arrancada, quedaba una capa inferior con trazas de las pinturas que había sustentado. Así que comenzó una ardua y extensa tarea de reconstrucción, consolidación y restauración del edificio y de su interior, con el fin de devolverle su antiguo esplendor. 
   A su vez comenzaron las negociaciones con diversos museos que albergaban las pinturas de manera que actualmente pueden verse parte de ellas en el Museo del Prado, en Madrid. 
   La imagen muestra el impresionante aspecto que en su día debió poseer la ermita. Algunos autores sostienen que en este lugar se albergaron parte de las reliquias de San Baudelio y que, temiendo ser destruidas por los invasores musulmanes, fueron trasladadas a otros lugares tales como Toledo o Navarra, por orden de ciertos dirigentes hispanogodos.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado el artículo ya que he visto parte de las pinturas que faltan en New York, aunque desconocía que los lugareños la habían vendido. Es una verguenza que cuidemos así nuestro patrimonio. Por eso me parece muy bien estos artículos que, en el fondo, denuncian como cuidamos nuestro patrimonio artístico. Deseo que se siga escribiendo estas "curiosidades históricas" porque ayuida a que no se repitan esos errores. Muy bien.
    "El analistaª

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  2. Gracias, si al menos hablar de estas pérdidas del patrimonio sirve para que lo valoremos y cuidemos mucho más el que nos queda, me doy por más que satisfecha. Un saludo.

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  3. La verdad es que nuestro patrimonio es tan rico y extenso que resulta inabarcable su mantenimiento con las estructuras actuales. No tenemos tradición de fundaciones ni mecenazgos desinteresados para ayudar en estos menesteres, algo muy común en países de nuestro entorno, sobre todo en colaboración con las administraciones locales. ¿Cuestión de educación y valoración de lo propio desde la infancia?. Lo cierto es que entre mamá Iglesia y papá Estado está la casa sin barrer.

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    1. Cierto. En Gales (Gran Bretaña) visité un campamento romano y un castillo medieval acondicionado para su visita turística. Charlando con algunos empleados, me comentaron que el Estado acordaba con ciertas empresas privadas su explotación por ciertos años. La reconstrucción, paneles explicativos y servicios que se ofrecían al público estaban mediadas y aprobadas por el Estado (supongo que el Ministerio de Cultura correspondiente) y a cambio la empresa se quedaba con un porcentaje acordado de las ganancias. Supongo que "los puntos negros" no me los explicaron pero lo cierto es que la visión que me dieron me gustó pues a todos beneficiaba: a la empresa, al Estado y a turistas/británicos porque podían conocer algo más del pasado. Estaría bien importar esa manera de entender el patrimonio y que haría que no todos los lugares arqueológicos tuvieran que ser acondicionados directamente por el Estado y por el dinero público ya que ciertamente en la Península Ibérica, das una patada y te salen restos de al menos tres culturas superpuestas en ese lugar.

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