miércoles, 4 de noviembre de 2015

Lanzo un reto a mis lectores


            Hasta donde alcanzan mis recuerdos me ocurre que, como dijo el general romano Plunio Cornelio Escipión “nunca he estado tan ocupado como cuando no tengo nada que hacer”. Y así, haciendo mias sus palabras, entre mis numerosos hobbies en los que figura el cine, escribir, viajar, leer o hacer puzzles, se encuentra la Criptografía.

            Se denomina Criptografía (del latín que significa literalmente “escritura oculta”) a la sección de la Criptología (ciencia que estudia los mensajes codificados) encargada de estudiar las distintas técnicas o maneras de cifrar (ocultar) un mensaje.
            Mi curiosidad por ella me llegó de la mano de la escritura tartesia o sublusitana, de la que derivarían el alfabeto ibero levantino y el celtibero de ambas Mesetas. A pesar de los buenos trabajos del brillante arqueólogo e historiador granadino Manuel Gómez-Moreno y otros lingüistas e historiadores que harían posteriormente sus leves aportaciones al enorme paso dado por Gómez-Moreno, el hecho es que estas escrituras antiguas peninsulares continúan siendo un terrible enigma, en parte porque los romanos causaron la desaparición de estas lenguas y en parte porque las riquísimas bibliotecas del saber que debieron existir abundantemente a lo largo y ancho de la Geografía de la Península Ibérica fueron inmisericordemente destrozadas y calcinadas. Por ello, actualmente podemos conocer con una certeza del 95 % el significado de los caracteres de estas escrituras, si bien el mensaje nos resulta imposible de descifrar, ya que no se conoce la lengua tartesia, ibera ni la celtibera, así que seguimos en un camino –por el momento- sin salida previsible.


             Por ello traté de acercarme al posible desciframiento de estas escrituras prelatinas (y posiblemente no indoeuropeas) desde la perspectiva criptográfica, suponiéndolas un mensaje codificado más de los muchos que han existido a lo largo de la historia, especialmente en ambas guerras mundiales. Sin embargo pronto acabé topándome con un nuevo muro ya que aunque me familiaricé con la técnica Escítala, Polybios (usada por el propio Escipión mencionado al comienzo de este texto), “el cifrado de César”,  el de Pigpen (usado por la Orden de los Caballeros Templarios, entre otros), Vigenére e incluso varios de los usados en las dos grandes guerras mundiales (por ejemplo, el llamado “cifra Playfair” derivado del de Polibio), entre otros, no tardé en comprender que había un principal escollo insalvable para tratar de descifrar las lenguas peninsulares a través de la criptografía. Este gran problema es que en todos los casos, estos cifrados se basan en una gramática latina, de lenguas derivadas del latín. Y eso no se cumple con las lenguas peninsulares.
            Lo mismo cabría decir del enigmático Disco de Festos (en la imagen), hallado en la milenaria isla de Creta del que hay académicos que defienden que no hay nada que traducir, pues en verdad se trata de un juego tipo el tablero del Juego de la Oca. Disiento en esa interpretación al encontrar que se repiten figuras dispuestas en el mismo orden asociadas a otras, como si de “palabras” se tratase. Para agrandar las imágenes, picar sobre ellas.


            En fin, que otro de los muchos propósitos que tengo en esta vida es lograr descifrar al menos uno de los numerosos epígrafes que existen de estas diversas lenguas desconocidas, si bien reconozco que pudiera serme útil un buen baño de humildad. Pero me estoy desviando del objetivo de la presente entrada de hoy, que no es otra que lanzar el guante al más puro estilo de las Cruzadas (recordemos esa escena en la película Ivanhoe donde éste, encarnado por un varonil Robert Taylor lanza su guante retando a sus adversarios) para ver si hay algún lector o lectora que quiera o pueda recogerlo, mediante distintos textos que me he ido encontrando y que aparentemente son ininteligibles.
            Yo subiré los textos. Esperemos que alguien acepte el reto y se anime a “descifrar” alguno de ellos.
            Comencemos con el que aparece en la vaina de una espada medieval recuperada del río Witham (Lincolnshire, UK.) en 1825. Desde entonces y a pesar de diversos intentos, incluso con distintos softwares, aún no se ha podido descifrar su significado, pero son varios los especialistas que se inclinan a opinar que pudiera tratarse de alguna frase que reconfortara a su propietario en las batallas, escrita en primitivo gaélico, la lengua que hablaban (y aún hablan) los pictos (antiguos escoceses prerromanos) y los galeses.


Si nos fijamos con detalle, se lee: +Є N D X O X G H W D n? C H D X O R V I Э+

            Siguiendo en Reino Unido, hay en la Torre de Londres (posiblemente el castillo más emblemático de Inglaterra), concretamente en la torre Salt una extraña piedra tallada que parece haber sido realizada por uno de los prisioneros que allí aguardó su hora para ser ejecutado. La piedra es la siguiente:


            Sobre ella alguien añadió, en latín: “Hew Draper de Brystow hizo esta esfera el 30 de mayo de 1561. Por los documentos que se tienen de la etapa en que este castillo funcionó como prisión principal del reino, se sabe que un tal Hugo Draper estuvo entre sus muros acusado por John Man, de haber enbrujado a Sir William St. Lowe y su mujer. Si miramos bien la figura parece ser una carta astral. ¿Trataba de adivinar el acusado, la suerte que le depararía el destino?.
           Pero no tenemos que irnos tan lejos, ya que en la aldea de Piedracea (mal llamada Piedraceda), dependiente de Pola de Lena (Asturias) y con una ancestral tradición de “piedras raras”, talladas, sacralizadas, y de más, existe la Capilla de la Virgen de la Flor (en la imagen), a la que se suele acudir para sacar a la virgen en procesión el lunes siguiente al lunes de Pascua, entre bailes regionales, buena carne a la brasa y mucha sidra. Pues bien, sobre la puerta de la entrada de la capilla hay una inscripción que dicen que es indescifrable (mis disculpas  por la calidad de la imagen).


            Sin embargo y por comparación con otras piedras similares en iglesias románicas (por ejemplo la de Andaluz, en Soria), creo que se trataba de una piedra fundacional en la que se leería algo así como: “en el año tal, el maestro cual puso la última piedra (o la primera) de esta ermita”.  Por cierto, ¿por qué el traje de Piñorra (traje tradicional de Soria, de la zona de Pinares) es similar al de Asturias, tal vez porque se repobló con gentes de allí?.

            Y si hablamos de Gaélico, es obligado mencionar la polémica que hay en la iglesia de Santiago de Betanzos, donde desde el siglo XIV en que se estima que fue realizada la enigmática inscripción de uno de los contrafuertes, hasta ahora se tenía por indescifrable (en la imagen):

             Sin embargo el año pasado saltaba a los periódicos la sorprendente conclusión a la que habían llegado los investigadores del llamado “proxecto Gaelaico” (Martín Fernández Maceiras, el director y James Duran, de la universidad estadounidense de Stanford), considerando que era una inscripción escrita en gaélico y que podía leerse como: “A?Galtacd” , que consideran era “An Ghaltacht” que se traduciría por “zona de habla Gaélica”. Así que tras esto, aventuran que el Gaélico se estuvo hablando en Galicia quedando reminiscencias en el gallego actual. Y no contentos con estas ideas tan aventuradas, llegan a proponer que posiblemente hasta el nombre de la región derivaría de Gaelach, de ahí Gaelic y posteriormente Galicia. Con estas ideas en mente, ambos investigadores se han propuesto recopilar evidencias de ellas.

            También en el aragonés castillo de Loarre, que sirvió de fondo para parte de la película “El Reino de los Cielos” (cuyos fallos históricos ya comentamos aquí), como se aprecia en la imagen, existe una inscripción (¿YAICOONC?) de dudosa traducción:



            Si continuamos “descendiendo” por España, nos encontramos con una extraña inscripción en un monasterio de Guadalajara (monasterio del Sistal) junto a las aguas del río que discurre por el bello paraje de Hundido de Armallones. La piedra, que aparece en uno de los muros de la iglesia se muestra en la imagen:



  Por su parte, en la iglesia visigótica de Quintanilla de las Viñas (Burgos) aparece en la decoración unos raros crismones. Frecuentemente suelen representar a Jesucristo y a Dios, con aquella sentencia de los Evangelios cuando Cristo exclamó “yo soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin”, apareciendo en la horizontal en latín A y W, o bien en griego A y Ʊ. Sin embargo aquí vemos que aparece A y N, R y N. Extraño, ¿no?:



            Vayamos ahora al país vecino, Portugal y concretamente a la mágica zona de Sintra, con presencia templaria y curiosos elementos prehistóricos. Pues bien, en esta área donde era necesario disponer de un salvoconducto para poder pasear libremente, entre los siglos XV y XVIII, existe una curiosa piedra que contiene una extraña inscripción. De acuerdo con el investigador luso Vitor Manuel Adriao, una vez desaparecida la orden franciscana en esta mágica zona, los descendientes del inglés Francis Cook se quedaron con el lugar da Boiça que pasó a incluirse en la Quinta da Boiça (abarcando más de 10 hectáreas de bosque). De los monumentos y “piedras curiosas” que se incluyen en dicha área hablaremos en otra entrada para no alargarnos, así como analizaremos su simbolismo. Pero regresando a la inscripción a la que aludía, la muestro en la imagen:


     ¿Hay algún valiente que se atreva a dar una interpretación o traducción del epígrafe?. El mencionado investigador sí se anima a hacerlo pero para ello recurre a un supuesto lenguaje atlante del que…bueno, he preferido no entrar debido a la falta de pruebas científicas y arqueológicas que respalden sus afirmaciones, pero que ya mencionaré en la entrada que dejo pendiente sobre Sintra. Ahorrando al lector todos los procesos intermedios, diré que para dicho autor (el único que ha intentado traducir la inscripción), se puede leer:

Levantémonos unidos, hombre y mujer, despertad a vuestra luz interior por la sublimación de la naturaleza inferior. En vuestros corazones mora Dios Uno-Trinidad y vuestra alma abarcará infinitamente. Con esfuerzos espirituales obtendréis la clave de la creación.

Particularmente me aventuraba a suponer que habría cifrado un mensaje más mundano tipo “M.L.F. estuvo aquí”, pero no. Y todo eso, de F, L, M y J, … no me quiero ni imaginar lo que se “leerá” si se dispone de medio alfabeto en mayúsculas.
Pero si acudimos a explicaciones “alternativas” por no entrar a valorarlas, también nosotros tenemos en suelo patrio otra extraña epigrafía. La historia no tiene desperdicio, para todos aquellos amantes del misterio.
Debemos remontarnos al Madrid de 1954. La madrugada del 17 de noviembre, un enfermero de nombre Alberto Sanmartín decide salir a pasear en su noche de desvelo y al cruzar el Puente de los Franceses –yendo desde Cuatro Caminos hacia la Ciudad Universitaria- se topa con un hombre enfundado en lo que parece ser “un mono de piloto” que por señas le da a entender que procede del espacio. Nuestro enfermero mira hacia abajo del puente y observa una curiosa nave, entonces su “piloto” baja caminando hasta ella, para volver al poco a darle al enfermero un curioso souvenir que no es más que un adoquín de lo más normalito, eso sí, con unos curiosos símbolos. Lógicamente, en los siguientes días la noticia corre entre noticieros y radios conociéndose al adoquín como “la piedra marciana” ya que por entonces se creía que de ahí venían los turistas espaciales de nuestro planeta.


El Instituto de Mineralogía de Madrid analizó el regalo marciano (un poquito “rata” sí fue el “chico”, aunque recuerdo que nosotros –los españoles- dábamos bisutería de cristal a los indios a cambio de oro y joyas con piedras preciosas, así que no digo nada) y concluyó que el adoquín estaba fabricado en carbonato cálcico teñido (vamos, una piedra caliza coloreada y por lo demás, fácilmente rayable por su baja dureza). Lo más pasmoso, para mi, es que el profesor de dicha institución, Pedro García Bayón-Campomanes declaraba al periodista que cubrió la noticia, Arcadio Baquero, “es muy rara (la piedra) y da unas reacciones muy extrañas” –vamos, todo lo rara que pueda ser la piedra caliza, de las más abundantes de nuestra corteza terrestre–, añadiendo “partes de ella son solubles y otras no lo son, tiene sabor salado y no contiene sales”. Todo ello es perfectamente achacable a cualquier tipo de roca carbonatada, lo que me hace plantearme cuántas de ellas entrarían en contacto con este caballero que desconoce las cuestiones más elementales de uno de los materiales naturales más comunes de la superficie terrestre. Precisamente por esas partes solubles y otras no solubles podemos gozar de los sistemas kársticos, por poner un ejemplo donde las aguas disuelven la parte soluble creando las cuevas, grietas, simas y dolinas, en el modelado kárstico. Así las cosas, estamos ante una piedra de lo más común, de las más blandas para arañar, tallar o escribir en ella (dureza 3, si mal no recuerdo, en la escala Mohr), 100 % terrestre, … Cualquiera pudo gastarle una broma al enfermero, creo yo, si tomamos por cierto su relato. Con respecto a la inscripción, el entonces director del Museo Arqueológico Nacional, el epigrafista Joaquín María de Navascués confesó a los periodistas no poder traducir la inscripción pues desconocía dichos símbolos, con la excepción del que le recordaba a Saturno. El ufólogo amateur y cura Severino Machado se ofreció a descifrarlo publicando un libro en 1955, llamado “Los platillos volantes ante la razón y la ciencia” donde traducía la inscripción como:

Mensaje de Saturno a la Tierra. Vosotros para llegar a nuestra amistad no necesitáis dar rodeos. Desde cualquier extremo de la Tierra que salgáis, nos encontrareis en el camino recto de la amistad hacia el infinito, hacia Dios”.

Ahí es nada. Y de nuevo, todo esto con ver tres rayas paralelas, un símbolo como de ola y el símbolo matemático Ø que también es letra griega, pero que les recordaba a Saturno. Pues el día que este hombre se tope con la demostración matemática de un teorema es capaz de descifrar todos los enigmas del universo…

      Y podríamos seguir así señalando diferentes epígrafes cuyo significado se nos escapa, en diversos monumentos españoles. ¿Alguien se anima a aventurar, de manera lógica, una traducción?.


2 comentarios:

  1. Nos gustaria, Valeria, participar en su desafio ya que es ese un tema que también nos agrada, pero no tenemos la preparación, la experiencia ni la práctica para entrar en ese interesante debate, Lo lamentamos y seguiremos su camino por esas lindes esperando aprender algo para nuestras visitas culturales.

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  2. Estimado Osorio, agradezco sus palabras y que le haya resultado interesante la curiosa mezcla de inscripciones extrañas expuestas en el texto. En breve volveré a recordar a otro de los personajes que contribuyeron con sus aportes a hacer grande el Imperio Español, para variar un poquito. Un saludo.

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