miércoles, 25 de junio de 2014

La sepultura de un príncipe ibero


    


 Son muchas las ocasiones en las que la sociedad da la espalda a relevantes hallazgos arqueológicos ocurridos en suelo patrio pero proclama a bombo y platillo otros restos, tal vez menos relevantes, ocurridos fuera de nuestras fronteras. Por ello, hoy me gustaría atraer la atención sobre ese conjunto de sepulcros de guerreros iberos jiennenses que fueron personajes muy relevantes en su sociedad, a juzgar por los objetos que, como parte del ajuar funerario, les acompañaron en su última morada.

 El príncipe guerrero de Arjona, Jaén
 
En junio de 2010, el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén y Junta de Andalucía) daba a conocer los resultados de las excavaciones de urgencia llevadas a cabo en un paraje de Arjona (de cuyo nombre no quiero acordarme, para no dar mayores alas a la destructora acción de los expoliadores) en donde se habían hallado restos de alguna posible construcción antigua. 

Efectivamente, el equipo de arqueólogos desplazados hasta allí sacó a la luz una necrópolis datada hacia el siglo I a.C., en la que destacaba un bello sepulcro construido con grandes sillares que conformaba una habitación rectangular semienterrada, a la que se accedía por una entrada con escalones. Tenía una repisa donde depositar algunos objetos funerarios,  perfumes y ungüentos sobre todo, así como dos nichos en los que quedarían los restos del difunto. Contaba además delante de ella con un área circular, con foso incluido, destinado a la realización de los actos funerarios (cremación, libación y posiblemente cena conmemorativa).  

Por todos estos detalles, no puedo evitar establecer un paralelismo con otros sepulcros similares y relativamente contemporáneos, como la Cámara Sepulcral donde se halló la Dama de Baza (Granada) o la necrópolis de Carmo (actual Carmona, Sevilla). En la imagen se pueden observar distintos aspectos del sepulcro de Baza (fotografía del hallazgo, reconstrucción y detalle de la Dama de Baza). 

El bello y caro ajuar funerario

Acompañaban al guerrero diferentes objetos apreciados entre las castas sociales de la época, tales como cerámicas áticas (concretamente siete cráteras griegas datadas en el museo provincial de Jaén en el siglo I a.C., aunque con las características pinturas rojas datables en el siglo IV a.C.), cerámica campaniforme (hallada ya en enterramientos del segundo milenio a.C., lo que confirma lo valorada que estaba por culturas posteriores), un vaso de cristal de grandes dimensiones, numerosos objetos cerámicos iberos, una figurilla representando la cabeza de un guerrero dentro de las fauces de un lobo o un león, una urna de plomo en cuya tapa aparece una inscripción con caracteres del alfabeto ibero meridional, una espada de antenas atrofiadas y un carro de hierro.

Por desgracia, en el sepulcro hay evidencias de haber sido profanado en la antigüedad, no mucho después de haberse sellado, de manera que se desconoce qué otros objetos pudieron haberse incluido entre el ajuar que codiciaron los expoliadores de la época, arriesgándose a morir por ello de haber sido pillados in fraganti. Como vemos, existe una mezcla de objetos de edades muy diversas, algo que me llama la atención ya que sin duda ellos consideraron  antigüedades muchos de estos elementos. 

Existe otro sepulcro de características similares que me fascina, dotado también de construcción tumular subterránea, carro con adornos animales, urna funeraria incorporada y numerosos recipientes cerámicos de diversa procedencia, así como quemadores de incienso. Me estoy refiriendo al sepulcro de La Joya, en Huelva.
Volviendo a la figura de la cabeza del guerrero entre las fauces de un posible lobo, encontramos su paralelo en el conjunto escultórico sepulcral de El Pajarillo, también en Jaén, datado en el siglo IV a.C., donde se observa un guerrero con falcata y escudo en mano, preparado para luchar contra un lobo.   No son los únicos, ya que en diversos puntos de la provincia de Jaén han aparecido estatuas de piedra donde se observan guerreros luchando contra machos cabríos, leones o lobos, lo que lleva a pensar en posibles rituales para el acceso a la vida adulta o militar. Y esta mentalidad tuvo que perdurar en el tiempo, ya que de atenernos a las dataciones manejadas (ss. VI a.C.- I a.C.) debemos suponer que ¡¡por 500 largos años se mantuvieron esas costumbres!!, algo que me cuesta aceptar, la verdad. En la imagen se observa parte de estas tallas; en la segunda fila se observan la escultura y la urna procedentes de la tumba del guerrero objeto de esta entrada.
          
Con respecto a los carros funerarios, son muchas las tumbas donde se han hallado estas efectivas armas militares, tanto en España (en la imagen, reconstrucción del sepulcro de La Joya, Huelva) como en la antigua Galia francesa e incluso en Egipto, donde Tutankamón estaba acompañado por su carro predilecto. También en el suroeste peninsular se han hallado numerosas estelas funerarias en las que aparecen representados guerreros junto a carros. 

Nuevamente, de atenernos a las dataciones, la costumbre de enterrar a los guerreros con sus carros y armas abarcaría más de cinco siglos. Me cuesta creerlo, ya que en la actualidad hay pocas costumbres funerarias que persistan quinientos largos años y que conlleven enterrar a militares con carros de combate, pistolas u otras armas. ¿Por qué debemos suponer que en el pasado sí se hizo?. Y por favor, no recurran al fácil argumento de "eran otros tiempos....", ya que hemos visto como en "esos tiempos" había casi los mismos adelantos que en la actualidad (alcantarillas, maquinaria agrícola, leyes, piezas dentales artificiales, muñecas articuladas y un largo etcétera). ¿No puede ser que muchos de los hallazgos estén erróneamente datados, por ejemplo, y sean más contemporáneos entre ellos de lo que se sostiene hoy día?.

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