sábado, 9 de julio de 2016

Recuerdos de la trashumancia


        Hoy me gustaría compartir con mis lectores una visita tan llena de cultura como de historia reciente. Tendrá lugar en tierras sorianas y veremos desde las ruinas de la imponente e imbatible Numancia -capital de la Celtiberia y que tuvo en jaque al mismísimo Imperio Romano por más de medio siglo-, un dolmen entre tierras de grandes palacios-castillos, hasta un museo que recuerda la vida y cotidianidad de los pastores trashumantes.

             Pongamos algo de música para "el viaje"("un momento de paz", del grupo galés Gregorian, junto con la cantante Amelia Brightman):


            La ruta empieza en Soria capital, donde si se desea, se puede comenzar el día visitando alguna de las varias iglesias templarias de la ciudad, pues la Orden estaba astutamente asentada controlando todos los accesos a la importante urbe, que llegó a ser corte real.


            Más tarde, saldremos rumbo a Garray y en menos de un cuarto de hora ya estaremos en las ruinas de la mítica Numancia, la ciudad que tras resistir estoicamente el duro asedio romano, optó por matarse a sí misma y prenderse fuego, antes que someterse como esclavos al Imperio Romano. Fue en el siglo II a.C.
            De aquí pondremos rumbo hacia las Tierras Altas, las Highland sorianas, altísimas tierras ahora, que hace más de 100 millones de años eran una enorme y suave llanura fluvial donde todo tipo de animales dejaron las huellas de su paso. Será tras la extinción de los dinosaurios cuando la inestable corteza terrestre trate de reajustarse, la placa ibérica colisionará con la europea y se formen “arrugas” que serán los Pirineos y otras cadenas montañosas, es la llamada Orogenia Alpina. Esta compresión provocará que la antes cuenca de Cameros se eleve, generando las montañas que hoy vemos y que separan las tierras sorianas de las riojanas.
A medio camino nos desviaremos hacia San Gregorio, donde podremos observar el imponente palacio-castillo con estatua de elefante incluido. Es la casa fuerte que en un documento del 29 de julio de 1461, rey monarca Don Enrique autorizaba a D. Diego de Medrano a construir este exquisito palacio-fortín con iglesia renacentista incluida. Actualmente se alquila para celebraciones. No lejos de allí, en un campo vallado para uso y disfrute de ovejas, se encuentra un dolmen parcialmente desmontado por las tareas agrarias, que únicamente conserva unas 4 piedras clavadas verticalmente, en su posición original (en la imagen, señalado por una flecha).


            Seguiremos ruta hacia las Tierras Altas y nada más alcanzar la cima del Puerto de Oncala, veremos el pueblo que le cede el nombre, a nuestra derecha. Tras recorrer escasos kilómetros, llegaremos a él, un pequeño pero bello pueblo que preserva la arquitectura típica de alta montaña, de pastores, en tierras sorianas duramente castigadas por una climatología demasiado severa.



            Lo primero que llamará nuestra atención será la imponente mole de la iglesia, demasiado grande para una población tan pequeña. La explicación, posiblemente la encontremos en un obispo –Ximenes del Río- que vivió en dicha localidad y gracias al cual se conservan numerosos tapices encargados por una de las hijas de Felipe II, la infanta Dña Isabel Clara Eugenia, al mismísimo Rubens y realizados en Flandes por Frans Van den Hecke.


            Aún a riesgo de que me echen al pilón, como me amenazaron si lo contaba, debo decir que hace años alguien tuvo la feliz idea de cortar uno de estos increíbles tapices para adaptarlo al sagrario, posiblemente porque lo vieron ya muy “gastado”. Anécdota aparte, el hecho es que hoy día se conservan en la iglesia, donde se pueden visitar todos los días con excepción del lunes, para quién desee deleitarse con estas joyas de tela.
            Recomiendo completar la visita con el Museo de los Pastores de Oncala, en el mismo Ayuntamiento de la población. Merece mucho la pena.
            Este fin de semana, especialmente el domingo se llevará a cabo en la localidad una serie de actividades relacionadas con el pastoreo, como puede ser el esquilado a la manera de antaño, además de una caldereta para propios y visitantes, y puestos con artesanía local, miel de la zona, dulces, embutidos y quesos artesanales. Un fin de semana ideal para pasar un buen rato en familia, viendo actividades de antaño y saboreando sabores de siempre.
            Como digo, es una visita que merece mucho la pena, tanto por la exposición en sí como por el bello edificio que lo alberga. Me gustaría que la gente se tome unos días y se acerque a verlo porque es realmente entrañable, se aprende mucho y se disfruta en compañía de tan buena guía, Dña Socorro Andueza, vecina de la localidad, que no duda en compartir con el visitante vivencias y costumbres de antaño que aún se recuerdan en la localidad. Desde aquí mi agradecimiento por su familiar explicación.

Típica construcción pastoril realizada durante la transhumancia. Bonita imagen de los rebaños de merinas cruzando las cordilleras a favor de las cañadas (antiguas calzadas romanas construidas a su vez sobre caminos prerromanos). Detalle de un macho cabrío.

            Se aprenderá a identificar las cañadas, de las veredas, los cordeles, atajos y otros tipos de vías pecuarias; veremos la ropa y utensilios típicos que los pastores acarreaban con ellos a lo largo de su deambular; observaremos, sobre mapas antiquísimos, las rutas que seguían estos pastores seminómadas desde las altas tierras sorianas hasta pastos extremeños e incluso del Guadalquivir y Cazorla. También entenderemos algunas curiosidades como por ejemplo, el hecho de que el 80 % de estas poblaciones sean de zodiaco Aries, cómo se daba una pervivencia de la sociedad matriarcal milenaria o el hecho de que el primer rey Borbón, Felipe V, fuera el causante del jaque mate de la muy próspera industria lanar española de La Mesta, al regalar sementales de las razas autóctonas que permitían tan preciado comercio y de tan buena calidad, provocando que otros reinos como Francia, Holanda o Gran Bretaña (y su colonia australiana) terminara por hacerse con el monopolio del mercado lanar europeo. Lo dicho, una visita que merece mucho, mucho la pena, en un entorno precioso de alta montaña.

Tan bonito como los objetos y paneles explicativos del museo, es el propio edificio que lo alberga.

            Y como colofón, aprovecharía para asistir a las charlas gratuitas que se dan este fin de semana en la curiosa villa tardorromana de la Dehesa (en Cuevas de Soria), a partir de las 10 de la noche, sobre la importancia del cielo en la época celtibera y romana.
            ¿No es un plan apasionante?.






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